ALBERTO ACUÑA ARAYA
Las iniciativas por reestructurar un sistema educativo en
nuestro país, acorde con los tiempos en los que nos encontramos no podríamos de
dejar de considerarlo como en elemento
positivo. No obstante, estaría ante una serie de obstáculos. Porque digo esto, porque no podemos seguir
viviendo de parchas, desde las vías públicas hasta la educación, en tanto no se
dé una restructuración del sistema desde el punto de vista global ya que por sí
misma no podría promover, y ser garante de una rejuvenecida actitud de un serio
compromiso compromiso económico y social, que no implique solo al estado, sino
mas bien a todos los actores de la sociedad civil, y si no fuese así viviríamos
de parche en parche hasta que el sistema colapse.
Huelgas, tomas, marchas, protestas… Todas manifestaciones que
indican exasperación y que últimamente han repercutido en una baja de la
tolerancia y paciencia del pueblo costarricense. Algunos hablan de crisis
institucional, otros de una menguante capacidad de llegar a acuerdos. Sin
embargo el denominador común es principalmente de voluntad política, añadiéndole
a eso la existencia de un claro-oscuro político, paralelo al una generación de
“vacios mentales” y en presencia de una falta de interés y una pusilánime y desinformada
sociedad civil.
Es por esto que las iniciativas de reestructurar
la educación, pero no exenta de dificultades.
Hasta el momento, se desconocen las prioridades de nuevas medidas
y es muy pronto para exigir sus contenidos, pero lo que sí está claro es que la
educación sin eufemismos ni ideologías de por medio, promueve reciprocidad
entre los miembros de una comunidad y los prepara para acceder a espacios de
cooperación mutua con igualdad de oportunidades.
Tal es el caso de Canadá, Australia y países nórdicos como
Suecia y Noruega, cuyos programas de formación han logrado incrementar el
interés, conocimiento y la participación de sus ciudadanos sobre asuntos
públicos y privados, además de incentivar la intención de ir a votar.
No existen recetas mágicas en este aspecto, pero sí el ejemplo
de perseverancia de algunos Estados, a saber Finlandia, Suecia, Australia los
que han elaborado y evaluado por años sus planes de estudio sobre el importante
proceso de una buena Educación
Un primer paso fue reunir información sobre qué significa
participación ciudadana en la población más joven. Luego, se prepararon
proyectos prácticos, más allá de la transmisión de conceptos teóricos, debido a
que éstos resultan tediosos, aburridos y distantes para los alumnos.
Es por esto que se coordinan visitas a diversas organizaciones
públicas, privadas y civiles, lo que promueve la interacción con sus
protagonistas. Por otra parte, se analizan los programas de gobierno, se
estudia a los partidos políticos para conocer sus propuestas y la trayectoria
de sus miembros y se investigan casos reales sobre política, empresa y ONG´s.
Todo esto permite remover las conciencias de las futuras
generaciones no sólo en cuanto a su participación, sino también en hacerlas
entender que su cooperación es importante para la viabilidad del sistema
democrático.
Para el caso nuestro seria hacer conciencia sobre lo que significa
el trabajo comunitario, sobre todo en circunstancias de crisis socioeconómicas
como la actual, es un propósito de largo plazo y no dependerá sólo de una reestructuración,
sino también del ejemplo de probidad y buenas prácticas que reflejen aquellos
quienes ocupan cargos de alta responsabilidad social. En otras palabras, que la
corrupción no llegue a trastocar el sistema educativo.
De esta forma una adecuada acción cívica posee más de una cara.
Existe una más política y corrupta (aunque no generalizo), que sale al
encuentro del habitante sobre todo en momentos de elecciones, y otra más
compleja y difícil de desentrañar, la cual es cómo todos los miembros de la
sociedad interactúan entre sí de acuerdo a normas sociales y principios
consensuados.
Movilizar a los “Ticos” para recuperar su interés y confianza en
las instituciones y sus representantes es un proceso delicado, que requiere del
esfuerzo de todas las partes y que trasciende a las necesidades de un grupo en
particular.
Si una nueva o renovada estructura educativa logra convocar al
pueblo para que se transformen en ciudadanos activos, informados y
comprometidos, el éxito recaerá sobre todo el sistema social. Hoy se nos
presenta la oportunidad de construir un proyecto país (y no sólo de gobierno)
preparado para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario